La "rosa del desierto" en México y única en el mundo
(Imágenes de UnoTV)
En el desierto de Chihuahua existe la región de los Medanos de Samalayuca, que han formado parte de la historia de Ciudad Juárez. Fue una barrera natural para evitar la llegada de la invasión francesa en la época de Benito Juárez.
Parece un lugar inhóspito, pero para unas pocas familias de la región, aquí han desarrollado su estilo de vida por muchos años.
La familia Castro soporta altas y bajas temperaturas durante los días más calurosos y fríos inviernos con noches congelantes, todo con la finalidad de cuidar su tesoro más preciado. Se trata de la “rosa del desierto”, una formación rocosa que se encuentra debajo de toneladas de arena, lo que la convierte en el tesoro del desierto. Esta forma rocosa es única en el mundo.
“Hay que trabajar con la pala y pico, ya cuando se llega a las piedras se tarda uno, dos días para llegar y otro día, otros dos días para poder sacar la piedra ya para eso se usa una barra y la pala estar sacando piedras y más tierra, ese es el trabajo difícil y pesado, lo otro más peligroso es que se llegue desbarrancar uno de los hoyos y quede uno enterrado”, afirmó Juan Pablo Castro, de la cuarta generación de buscadores de rosas.
Caminando entre los matorrales llegamos hasta una zona que solo ellos conocen, ahí es necesario un trabajo muy duro porque bajo toneladas de arena están las rosas del desierto.
“En el hoyo que se hace pueden salir muchas, pueden salir pocas, puede salir nada, pueden salir chicas, pueden salir grandes, nunca se sabe que hay abajo”, comentó Raúl Castro, buscador de tesoros.
Con herramientas rudimentarias, los Castro cavan más de siete metros de profundidad para después bajar solo con una cuerda y llegar hasta estas formaciones rocosas, impresionantes por su belleza natural.
“Es un orgullo trabajar estas piedras y que la gente las conozca más”, agregó Juan Pablo.
La perfecta combinación de yeso, agua, arena y el trabajo de filtración que hace la naturaleza da lugar a la formación de cristales con formas caprichosas como las rosas que nunca se marchitan, y que en ocasiones, extraños “guardianes” de estos tesoros impiden que se llegue hasta ellos haciendo más místicos y preciados estos cristales de arena.
Con Uno, Salvador Gómez.
